ES-ARA-CRB-003-009-007-001 - CRB - Fotografía histórica - Gelsa - Comuniones
Comunión de Enrique Salvador Avellaned y Ana María Avellaned Cubel

Descripción: La fotografía es del día de la comunión de Enrique Salvador Avellaned y Ana María Avellaned Cubel, en ella aparecen los comulgantes con su primo Ángel Avellaned Cubel, Está tomada en la plaza Mayor, al fondo se ve la antigua escuela de párvulos, cercana al antiguo Monasterio de la Purísima Concepció...
Municipio: GELSA
Localidad: GELSA
Lugar: PLAZA MAYOR
Procedencia: Manuela Cubel Usón
Año: [ MEDIADOS 1969 ]
Cantidad: 1
Soporte: FOTOGRAFÍAS
Dimensiones: 12 x 16 cm
Papel fotográfico mate en blanco y negro
Temas: Iglesia,
Contenido: La fotografía es del día de la comunión de Enrique Salvador Avellaned y Ana María Avellaned Cubel, en ella aparecen los comulgantes con su primo Ángel Avellaned Cubel, Está tomada en la plaza Mayor, al fondo se ve la antigua escuela de párvulos, cercana al antiguo Monasterio de la Purísima Concepción y de la Santa Espina, y a la derecha se distingue parte del edificio del actual casino. La calle en la que están forma actualmente parte del trazado de la carretera que atraviesa la localidad. Nota: El convento de Gelsa, que recibía el nombre de la Purísima Concepción y de la Santa Espina, era un edificio de varios cuerpos y sólida construcción, sin gran valor arquitectónico, situado en el Barrio Verde del municipio. El edificio estaba formado por tres cuerpos; el mayor de ellos, situado en el centro, tenía forma cuadrada y constaba de tres pisos. Cada uno de los otros dos cuerpos, de menor altura que el primero, estaban formados por cuatro claustros que rodeaban el patio de luces. La iglesia del monasterio, de gran capacidad, estaba construida con forma de cruz latina y tiene una cúpula en el crucero. En el altar mayor del templo se situaba el retablo; en su cuerpo inferior había un cuadro que representa a la Inmaculada Concepción, mientras que en su cuerpo superior había una imagen de Santa Teresa de Jesús. A ambos lados del retablo se podían ver los bustos de San Fabián y San Sebastián situados sobre repisas doradas. En el lado de evangelio, una gran reja separaba el presbiterio de la tribuna que los condes ocupaban para oír misa y que comunicaba directamente con el palacio. En el crucero había otra tribuna, esta de menor tamaño y perteneciente a las monjas, además de tres retablos, de estilo similar al del altar mayor, en el que se podían apreciar varios lienzos con las imágenes de San José, San Pedro de Alcántara y San Francisco de Asís. Además de estos tres altares hay otros dos, muy próximos al crucero y situados uno frente a otros, en honor a San Antonio de Padúa y Santa Rosa de Lima, ambos muy parecidos al altar de San Francisco de Asís. Frente al altar mayor se encontraban, uno sobre otro, los dos coros de las religiosas; uno de ellos, el conocido como coro bajo, separado del templo por una reja, hacía las veces de cripta o panteón para las religiosas. En cada uno de los pilares del presbiterio, los cuales sujetaban el arco de entrada al mismo, fueron sepultadas las dos esposas del marqués de Osera, D. Juan de Funes Villalpando y Ariño. Ambas sepulturas estaban cerradas por una lápida de mármol negro; en la lápida del lado del evangelio podía leerse: “Aquí yace la Ilma. Sra. Doña María Francisca Climente Enríquez de Navarra, primera mujer del Ilmo. Sr. D. Juan de Funes Villalpando y Ariño, marqués de Osera y señor de Quinto, fundadora y patrona de esta Santa Espina; murió en Zaragoza el 21 de Julio de 1625”. La otra lápida decía: “Aquí yace la Ilma. Sra. Doña Leonor Sanz Delatras y Gaztelu. 2ª mujer del Ilmo. Sr. D. Juan de Funes Villalpando y Ariño, marqués de Osera y señor de Quinto, fundadora y patrona de esta Santa Espina”. Aparte de estas dos ilustres señoras más personas de esta misma familia fueron enterradas en el pavimento del crucero, además de otras personas como D. José Jiménez, párroco de Gelsa que falleció el 24 de Septiembre de 1819 y Doña Cándida Genzor y López, mujer de D. Joaquín Genzor, fallecida el 4 de Julio de 1831, ambos bienhechores del convento. La construcción del convento, en piedra de la antigua Celsa, pudo llevarse acabo gracias a las aportaciones de D. Juan de Funes y Villalpando. Los primeros habitantes del convento fueron los Padres Franciscanos descalzos de la Recolección del Abrojo, procedentes del convento de San Francisco de la localidad vecina de Pina. Esta congregación, que llegó a Gelsa el 13 de Julio de 1621, permaneció en este lugar diez años, concretamente hasta el 15 de Julio de 1631, cuando regresaron a su residencia anterior. El 11 de Diciembre de ese mismo año ingresó en el convento una comunidad de religiosas de vida contemplativa. El cargo de abadesa lo ocupaba Sor Mariana Climente, mientras que Sor Bernardina de Tornamira ejercía de vicaria; por su parte, Sor Antonia de Sora y Sor María Manuela Corrigel ocupaban el puesto de maestra de novicias y provisora respectivamente. Durante muchos años esta congregación de religiosas ofrecieron enseñanza gratuita a las niñas del pueblo, llegando incluso a tener, durante una época, a una hermana provista de título profesional al cargo del colegio. Dos eran los objetos santos que había en el convento y que despertaban gran devoción en la localidad: el Santo Cristo del Coro y la Santa Espina, la más importante de las dos pare el municipio y cuya devoción aún se mantiene hoy en día. La Santa Espina está colocada de forma perpendicular, sobre un pequeño pie de plata, y se encuentra encerrada en un estuche de cristal defendido por otro de madera, ambos con la forma de un prisma cuadrangular. Esta reliquia perteneció a los reyes de Navarra, que la regalaron al barón de Ablitas, Don Melchor Enríquez, para pasar posteriormente a manos de los fundadores del convento, que lo donaron a la comunidad de religiosas. El pueblo de Gelsa profesa una gran veneración a este objeto sagrado, tanto es así que años atrás, cuando se presentaba una gran tormenta que amenazaba granizo, se rezaba a la Santa Espina para que la nube pasase sin causar daños, llegando incluso a sacar la reliquia en procesión; el capellán del convento u otro sacerdote portaba la reliquia bajo palio, mientras que los fieles la acompañaban con cirios y velas. Al respecto de esto hay que destacar la existencia de una leyenda que cuenta que nunca ha caído granizo en el término de Gelsa si se ha sacado la Santa Espina en procesión. El día 10 de Mayo se celebra la festividad de la Santa Espina, en la que tiene lugar una procesión de la reliquia, acompañada por todos sus devotos, por las calles de la localidad. Hoy en día esta fiesta ha sido trasladada al domingo posterior a las comuniones, que suele coincidir con el tercer domingo del mes de Mayo, y a esta procesión asisten también los niños que han tomado su primera comunión unos días antes, los cuales van cubriendo de pétalos el suelo por el que, a continuación, pasará la Santa Espina en los manos del sacerdote. Aunque esta fiesta sigue siendo muy importante en Gelsa, nada tiene que ver con la relevancia que tenía años antes, cuando aún estaba en pie el convento. Hoy en día la procesión sale de la iglesia parroquial para llegar hasta la ermita de la Virgen del Buen Suceso, recorriendo las calles Mayor y Buen Suceso pero años atrás había un paso intermedio en el que el Ayuntamiento y el pueblo al completo acudían a la iglesia parroquial, para acompañar desde allí al párroco hasta el convento, dónde éste recogía la reliquia de manos del capellán. Una vez que el sacerdote había recogido el santo objeto se colocaba bajo palio para proseguir la procesión hasta la Ermita. En el jardín de la ermita, frente a la puerta del santuario, se bendicen los términos de acuerdo al Ritual Romano y, a continuación, la procesión deshace el camino recorrido para regresar a la iglesia parroquial, aunque en años anteriores se pasaba previamente por el convento para dejar la reliquia.



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